DÍA 6 DE ABRIL 2014
Los palacios, teatros y hospitales que se perdieron en Sevilla con la piqueta
Los palacios, teatros y hospitales que se perdieron en Sevilla con la piqueta
Casa del doctor Alemán 
La clínica con la plaza de toros detrás
Hasta el año 1978 la plaza de toros no podía verse desde fuera en toda su extensión. La razón no es otra que una vivienda que formaba parte del cerramiento del coso taurino y que estaba situada en la esquina de la calle Antonia Díaz con el Paseo de Colón.
Dicha casa era la clínica del doctor Alemán y, según crónicas de la época, en ella no solo se ejercía la medicina, sino que también tenían regular tertulias taurunas. no es para menos, puesto que la vivienda estaba prácticamente dentro de la plaza de toros.
Con el derribo de esta casa -propiedad de la Santa Caridad- se buscaba mejorar las vistas de la plaza. En el terreno que ocupaba esta clínica de otorrinolaringología hoy día hay un jardín en el que está la estatua a Curro Romero.
Estatua a Curro Romero, que ocupa el espacio de la antigua casa, en su inauguración
Hotel Madrid
El hotel Madrid. A la derecha, el centro comercial que lo sustituyó
El hotel Madrid era, hasta su demolición, el decano de las «fondas» sevillanas. Desde entonces este honor recae en el Inglaterra, que lleva abierto desde 1857. Ubicado en la plaza de la Magdalena, este establecimiento es hoy El Cortes Inglés que hace esquina con la calle Méndez Núñez.
Destacaban en su decoración los mármoles, azulejos antiguos y yeserías, así como las maderas nobles que se podían encontrar en las zonas comunes o en las 200 habitaciones con la que contaba el establecimiento. Inicialmente este hotel se llamaba Fonda Madrid y durante mucho tiempo fue escenario de tertulias taurinas, café so bailes de sociedad.
En 1967 el hotel cierra definitivamente tras venderse por unos 250 millones de pesetas de la época (1,5 millones de euros, aproximadamente). Tras la operación, debe permanecer tres meses abiertos por compromisos con los clientes, l que da una idea del éxito de este hotel. Finalmente , en 1971, la piqueta acabaría con el edificio, dando paso al centro comercial.
Café París
Este edifico de la Campana, que estaba en la confluencia de la calle OŽDonell, es una de las pocas muestras que había del trabajo de arquitectura modernista de Aníbal González. Adornado con motivos naturales en sus barandas y un cierre cilíndrico con remate de formas inspiradas en París, la construcción albergaba viviendas salvo en la planta baja donde estaba el café París -del que el edificio toma el nombre-. Se levantó entre los años 1904 y 1906 del pasado siglo por encargo de Manuel Suárez.
Con los años, los elementos que distinguían al edificio se fueron perdiendo, aunque quedaron en pie su estructura y fachada, además de la característica cúpula afrancesada de la esquina. El edificio no sobrevivió más allá de los años 70 y en los inicios de esa década se derruyó para levantar el edificio que hoy se ubica en su lugar y donde hay un restaurante de comida rápida.
Palacio del marqués de Aracena
Ubicado en la plaza de la Magdalena, se construyó en el siglo XIX (1869). La edificación se la conocía también como la «Casa Conde», y había sido de la familia Conde Luque antes de pasar a los Sánchez-Dalp. Se da la circunstancia de que esta saga perdió también a manos de la piqueta otro de sus palacios en la ciudad, el de la plaza del Duque.
Corría el año 1966 cuando el edificio cae para dar paso a un bloque moderno de viviendas, como también pasaría con otros palacios y construcciones notables de la zona. Junto a esta construcción estaba el edificio Cabo persianas, que data de los años 40 del pasado siglo. Un poco más allá, ya en dirección de la Plaza Nueva, el hotel Madrid, también derruido para construir un centro comercial. Enfrente, el hotel París, historia también por culpa de la piqueta.
Palacio de los Cavaleri
La familia Solís construyó su palacio en la plaza del Duque de Sevilla en el siglo XVI. Tiempo después este edificio pasaría a los Cavaleri, quienes lo mantendrían hasta el siglo XX. Es entonces cuando la piqueta -que fue especialmente cruel con esta plaza sevillana, lo dejó en nada. O más bien en casi nada, puesto que de esta edificación se conserva el pórtico, que es hoy la puerta de entrada al Corte Inglés de electrónica y libros. Una curiosidad: ni siquiera el pórtico es realmente del palacio derruido. Se trajo de otro edificio (el palacio de Quirós, de la plaza de la Gavidia, destruido en un incendio).
Otro de los honores de esta edificación, además de ser la única de la que se conserva algo, es la de ser el primer palacio de la plaza del Duque que se derriba. Concretamente, en el año 1963 con Mariano Pérez de Ayala y Vaca como alcalde de la ciudad. Pero antes de que las excavadoras acabaran con este palacio, la ciudad pudo entrar libremente a verlo. Al menos lo que quedó cuando fue convertido en los almacenes Lubre, que intentó conservar algo de la ornamentación y estructura original.
Poco duró esta tienda, que fue adquirida por Ramón Areces para El Corte Inglés, comercio que lo ocupa en la actualidad. Junto con el palacio de los Sánchez-Dalp, la desaparición del palacio de los Cavaeri desdibuja y resta personalidad a la plaza del Duque por efecto del a piqueta.
Palacio de los Sánchez-Dalp
Construido a finales de los años 20, no tiene un estilo único, sino que es la suma de muchos (neomudejar, neoclásico, barroco...), como también se hace en otros edificios de la época -los pabellones de la plaza de América del parque de María Luisa o la iglesia neogótica de ladrillo de la calle Trajano-. El entonces alcalde de Sevilla, José Hernández Díaz y su delegado de Cultura, Antonio Sancho Corbacho, se negaron al derribo del edificio en los años 60. No hay que olvidar que el primer edil era catedrático de Historia del Arte. A las voces críticas se unieron la Real Academia de Bellas Artes de Santa isabel de Hungría, por lo que, momentáneamente, el derribo del palacio se paró. Pero el proyecto se retomó poco después. Con la excusa de la modernidad y del empleo -en la zona se iba a instalar un centro comercial-, el proyecto sale adelante finalmente poco después, con Félix Moreno de la Cova como alcalde.
El arquitecto que diseñó el palacio fue Simón Barris Bes, argentino sevillanizado que hizo también su casa en la ciudad. Además de la imponente casa de los Sánchez-Dalp en la plaza del Duque, Barris dejó en la ciudad la casa de Juan Haro, construida a primeros del siglo XX en la calle Tomás de Ibarra y bello ejemplo de arquitectura modernista en la que destaca un saledizo curvo en el cuerpo central de la casa.
Los Sánchez-Dalp, nobles gracias al marquesado que les concede Alfonso XIII, querían una residencia en Sevilla a la altura de su nuevo rango social. Y dieron con este palacio en el que se unían elementos platerescos, manieristas y barrocos, imitando a los estilos antiguos que vestían de solera e historia a las viviendas de otras casas nobiliarias con siglos a sus espaldas.
Palacio de Palomares
En lo que hoy es El Corte Inglés (la plaza del Duque con la calle teniente Borges) se alzaba hasta los años 60 un imponente palacio. Allí había estado hasta el siglo XIX el imponente palacio de los Medina Sidonia. Entonces se construye allí su casa palacio el marqués de Palomares. Poco tiempo después vende el inmueble a Juan Fernández de la Riva, quien abre en el edificio unos almacenes de telas y paños: almacenes el Duque, les llama.
Desde entonces su familia se encarga del negocio y sus hijos continúan con el comercio que se asienta en las dependencias bajas del palacio. Otra parte de la edificación sería usada como vivienda. Pero con los años, los hijos de Fernández de la Riva deciden deshacerse de la edificación, lo que finalmente hacen en 1964, cuando pasa a manos de José Bardau.
Bardau no quería el palacio para habitarlo, y en menos de un año lo tenía vendido -a El Corte Inglés- y en 1965 se produce el derribo. El proyecto que habría de sustituirlo y que ocuparía el nuevo centro comercial, tuvo varios proyectos, en algunos de los cuales se intentó conservar algo del estilo del palacio. Finalmente se descartó esa idea y se acabó construyendo el edificio que hoy se conoce.
DÍA 1 DE ABRIL

SEVILLA »
El sistema de seguridad de película que necesita el Tesoro del Carambolo
Anclajes con claves ocultas, códigos conectados a la Policía, gel de sílice, una urna hermética, un centro de control... Estos son los detalles de la vigilancia que necesita el oro fenicio
Custodiar el Tesoro del Carambolo durante su exposición al público es una tarea que da para una película de ladrones de alto «standing». Por sólo tres piezas de las 21 que componen la majestuosa colección de orfebrería fenicia hallada en el cerro del Carambolo en 1958 el Metropolitan de Nueva York ha tenido que pagar un seguro de cinco millones de euros. El valor del ajuar de Argantonio es tan incalculable como suculento para los grandes ladrones de arte. Por eso el sistema de seguridad que la ley exige para mostrarlo está plagado de exigencias leoninas. De hecho, la Junta tuvo que retirarlo de la vitrina del Museo Arqueológico porque no podía pagar el contrato de seguridad anual que permitía exhibirlo. Así que el oro tartésico tuvo que volver a la caja fuerte del banco en el que se ha custodiado desde que el Ayuntamiento lo compró en 1964. ABC ha tenido acceso al documento técnico en el que se recogen las condiciones de conservación y seguridad que tiene que poseer la sala en la que se exponga el tesoro. Un auténtico búnker.
El dispositivo contra incendios
La sala tiene que contar con un sistema automático anti-intrusión y de incendios conectado a una central de alarma atendida por una empresa especializada o servicio profesional de seguridad del edificio. Además debe tener varios sistemas y dispositivos de extinción de incendios, tanto automáticos como manuales.
La videovigilancia y el centro de control
La segunda gran condición es la instalación de un complejo entramado de videovigilancia y grabación. Las cámaras tienen que estar situadas, sin puntos muertos, de manera que controlen todo el interior de la sala y cualquier arista del exterior. Y han de estar conectadas a un centro de control de seguridad «en el que se encuentren las centralitas de los sistemas de seguridad, monitores y videograbador, atendido por vigilantes profesionales o policía con conocimientos de seguridad y dispositivo de protección de los vigilantes».
Climatización exacta
La sala de exposición del tesoro también está obligada a cumplir con los requisitos de climatización, de manera que garantice una temperatura estable de 22º y una humedad relativa del 45%-50%.
Vitrina hermética e ignífuga
Independientemente de las medidas que tiene que cumplir la sala, también hay otro largo listado de exigencias para la vitrina en la que se tienen que introducir El Carambolo. En primer lugar, ha de ser una urna con «completa estanqueidad», es decir, con un cerramiento total que no permita el paso del aire exterior para evitar efectos perniciosos sobre el oro. Esa vitrina, por supuesto, tiene que estar situada sobre una peana ignífuga.
Gel de sílice oculto junto al oro
Otro de los requisitos de la urna es que tenga un compartimento comunicado con el interior para depositar un producto amortiguador de la humedad, concretamente gel de sílice.
Cerradura invisible y códigos variables
La cerradura de seguridad de la vitrina tiene que ser invisible y poseer al menos tres anclajes con un protocolo restringido de custodia de la llave y un código de apertura variable. Además, los vidrios tienen que ser los homologados para museos de alta seguridad y llevar unos sensores anti rotura con conexión de 24 horas a la central de alarmas, así como otros sensores anti-intrusión conectados a la Policía.
Sensores y transmisores
Por último, durante el tiempo que dure la exposición el lugar que albergue el tesoro tiene que contar con vigilancia las 24 horas y cada vigilante debe poseer un transmisor conectado con el centro de control.
DÍA 1 DE ABRIL
Sevilla oculta: Teatro del Grupo Escolar Reina Victoria

DIA 9 DE MARZO
La Giralda sufrió varios «fraudes» en su construcción según los documentos históricos
Los tribunales están actualmente atestados de casos de corrupción que afectan a las obras públicas. Los sobrecostes injustificados y las facturas falsas en la adjudicación de los materiales son casi el pan nuestro de cada día, por desgracia, cuando abrimos los periódicos. Sin embargo, la corrupción en Sevilla no es algo que se pueda resumir a estos dos últimos años. Nació como mínimo hace casi nueve siglos. El primer caso documentado es la construcción de La Giralda, el emblema monumental de la ciudad.
No es una leyenda. Ocurrió de verdad. Los documentos oficiales demuestran que en las obras del alminar de la aljama de Sevilla realizadas en el siglo XII también hubo un escándalo por desvío presupuestario. Lo certifica la crónica del cortesano almohade Ibn Sahib al-Sala, custodiada con celo en los Archivos Históricos del Palacio Arzobispal de Sevilla. Este autor natural de Beja (Portugal), pero afincado en Sevilla como cronista califal, recoge la polémica con todo detalle, incluyendo cifras, fechas y nombres. Según sus escritos, el califa almohade Abu Yaqub mandó construir la segunda mezquita mayor de Sevilla el 27 de abril de 1172.
En julio de 1184 este mandatario murió durante el asedio a Santarem, en Portugal, por lo que el poder quedó en manos de su hijo, Abu Yusuf Yaqub, que fue quien impulsó la construcción del alminar de la citada mezquita en septiembre de 1184. El «primer alarife» —director de las obras— fue Ahmd Ben Baso y «se encargó del registro de los gastos de la obra el almojarife Muhanmmad Ibn Said». El cronista aporta ahí el nombre del primer «corrupto». Y da un dato clave: las obras se paralizaron entre el 2 de marzo de 1188 y el 18 de febrero de 1189 «al ser destituido» Ibn Said. Durante la construcción se había perdido dinero y el califa lo desterró por traidor. La torre quedó detenida «hasta que llegó Abù Bakr Ibn Zuhr de la corte del Amir al-Mu/minin y le mandó reanudar la construcción del alminar y reedificar lo que se había arruinado en la mezquita».
El desvío de dinero que provocó esta primera destitución no pudo ni cuantificarse. El segundo, en cambio, sí. Ocurrió unos años después, en 1195, cuando tras vencer en la batalla de Alarcos, última victoria de los musulmanes en España, el califa almohade encargó la ejecución de cuatro manzanas de bronce dorado y de diámetro decreciente que se colocarían como culmen del alminar.
Tanto esplendor ocultaba otro «mangazo». Aquellas manzanas, de «tan desmesurada grandeza que no se conoce su peso», fueron ensartadas en una barra de 40 arrobas de hierro tras subirlas hasta arriba «arrancando algo de mármol de la parte inferior». El responsable de esta labor fue «el maestro Abu-i-Layz, el siciliano». Un converso al islam cuya «imprevisión» para subir las grandes esferas hasta la cima y para dorarlas provocó un «sobrecoste» de «100.000 dinares de oro». Una ruina por la que también fue desterrado. Según los dictámenes jurídicos -fatuas- de la época, tanto Ibn Said como Abu Layz tuvieron que someterse al imperio de la ley islámica y han pasado a la historia como fundadores de la corrupción en Sevilla.
DÍA 1 DE DICIEMBRE DE 2013
La Exposición de Tauramquia trata de dos célebres toreros sevillanos enfrentados por sus respectivas aficciones. Unos con Joselito el Gallo y otros con Juan Belmonte.
SEVILLA »
El sistema de seguridad de película que necesita el Tesoro del Carambolo
Anclajes con claves ocultas, códigos conectados a la Policía, gel de sílice, una urna hermética, un centro de control... Estos son los detalles de la vigilancia que necesita el oro fenicio
Custodiar el Tesoro del Carambolo durante su exposición al público es una tarea que da para una película de ladrones de alto «standing». Por sólo tres piezas de las 21 que componen la majestuosa colección de orfebrería fenicia hallada en el cerro del Carambolo en 1958 el Metropolitan de Nueva York ha tenido que pagar un seguro de cinco millones de euros. El valor del ajuar de Argantonio es tan incalculable como suculento para los grandes ladrones de arte. Por eso el sistema de seguridad que la ley exige para mostrarlo está plagado de exigencias leoninas. De hecho, la Junta tuvo que retirarlo de la vitrina del Museo Arqueológico porque no podía pagar el contrato de seguridad anual que permitía exhibirlo. Así que el oro tartésico tuvo que volver a la caja fuerte del banco en el que se ha custodiado desde que el Ayuntamiento lo compró en 1964. ABC ha tenido acceso al documento técnico en el que se recogen las condiciones de conservación y seguridad que tiene que poseer la sala en la que se exponga el tesoro. Un auténtico búnker.
El dispositivo contra incendios
La sala tiene que contar con un sistema automático anti-intrusión y de incendios conectado a una central de alarma atendida por una empresa especializada o servicio profesional de seguridad del edificio. Además debe tener varios sistemas y dispositivos de extinción de incendios, tanto automáticos como manuales.
La videovigilancia y el centro de control
La segunda gran condición es la instalación de un complejo entramado de videovigilancia y grabación. Las cámaras tienen que estar situadas, sin puntos muertos, de manera que controlen todo el interior de la sala y cualquier arista del exterior. Y han de estar conectadas a un centro de control de seguridad «en el que se encuentren las centralitas de los sistemas de seguridad, monitores y videograbador, atendido por vigilantes profesionales o policía con conocimientos de seguridad y dispositivo de protección de los vigilantes».
Climatización exacta
La sala de exposición del tesoro también está obligada a cumplir con los requisitos de climatización, de manera que garantice una temperatura estable de 22º y una humedad relativa del 45%-50%.
Vitrina hermética e ignífuga
Independientemente de las medidas que tiene que cumplir la sala, también hay otro largo listado de exigencias para la vitrina en la que se tienen que introducir El Carambolo. En primer lugar, ha de ser una urna con «completa estanqueidad», es decir, con un cerramiento total que no permita el paso del aire exterior para evitar efectos perniciosos sobre el oro. Esa vitrina, por supuesto, tiene que estar situada sobre una peana ignífuga.
Gel de sílice oculto junto al oro
Otro de los requisitos de la urna es que tenga un compartimento comunicado con el interior para depositar un producto amortiguador de la humedad, concretamente gel de sílice.
Cerradura invisible y códigos variables
La cerradura de seguridad de la vitrina tiene que ser invisible y poseer al menos tres anclajes con un protocolo restringido de custodia de la llave y un código de apertura variable. Además, los vidrios tienen que ser los homologados para museos de alta seguridad y llevar unos sensores anti rotura con conexión de 24 horas a la central de alarmas, así como otros sensores anti-intrusión conectados a la Policía.
Sensores y transmisores
Por último, durante el tiempo que dure la exposición el lugar que albergue el tesoro tiene que contar con vigilancia las 24 horas y cada vigilante debe poseer un transmisor conectado con el centro de control.
DÍA 1 DE ABRIL
Sevilla oculta: Teatro del Grupo Escolar Reina Victoria
En 1906 Aníbal González recibe el encargo, por parte del alcalde de la ciudad Cayetano Luca de Tena, de construir un edificio destinado a escuelas infantiles que, además, serviría de presente a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia durante su visita a Sevilla. El arquitecto, que en estos momentos ya estaba coqueteando con los estilos del pasado dejando atrás su etapa modernista, diseña un moderno edificio que ocuparía una antigua plaza decimonónica abierta a la calle Pagés del Corro. El Grupo Escolar Reina Victoria se convertirá, con el paso del tiempo, en un modelo a seguir en este tipo de equipamientos educativos por sus comodidades y novedades constructivas.
En 1909 se daban por concluidas las obras, inaugurándose el 24 de marzo de dicho año. Aníbal González diseña su edificio en torno a un generoso patio, con cuatro fachadas exteriores a la calle y una original secuencia de vanos en sótano y plantas altas. Las diferentes crujías del edificio quedan por tanto completamente iluminadas por ambos frentes, convirtiéndose la luz en la principal protagonista, favoreciendo además la circulación del aire y la ventilación natural. Tanto el exterior como el interior del edificio denotan la evolución del arquitecto desde el Modernismo hacia un estilo más personal y ecléctico que tendrá en la historia de la arquitectura sus principales modelos. Así, mientras que determinados vanos de las fachadas y del patio, además de zócalos de azulejos o incluso las barandillas de las escaleras principales tienen un claro lenguaje modernista (particularmente la azulejería interior es una maravilla por su originalidad en nuestra ciudad) el salón de actos del colegio se vuelca hacia el clasicismo y toma como referente el Renacimiento. Precisamente en este pequeño teatro vamos a centrar nuestro reportaje para dejar constancia del estado de conservación del mismo antes de las obras de restauración que pretende acometer el Ayuntamiento en los próximos meses.
Abierto a la fachada principal por medio de grandes ventanales y con acceso independiente, el salón de actos se diseña de acuerdo a la escala de sus principales protagonistas, los niños. Se trata de un pequeño teatro cubierto por bovedillas y de planta rectangular con gallinero en la parte posterior. La decoración se concentra (al menos a día de hoy) en el escenario y el techo, decorado con motivos florales y los nombres de diferentes escritores y literatos españoles.
La embocadura del pequeño escenario se decora con grutescos y candelieri de inspiración renacentista con el escudo de la Nación en su centro (no podemos olvidar a quién estaba dedicado este edificio). En la parte inferior, el frons scaenae se forra con azulejos con motivos alusivos a las artes escénicas.
Las bovedillas del techo se decoran con guirnaldas, frutos y demás decoración clásica ubicando en el centro de cada una de ellas el nombre de distinguidos literatos españoles como los Hermanos Machado, Lope de Rueda, Lope de Vega o Calderón de la Barca. La cornisa también se decora con frutos generando una cenefa natural que abarca todo el espacio.
La iluminación se concentra en una serie de grandes lámparas de pared donde la forja vuelve a tomar como referente el Renacimiento español, sujetándose el farol a la pared con un aplique que representa el águila bicéfala, símbolo de los Austria.
En la parte posterior del teatro nos encontramos un pequeño anfiteatro de madera con decoración pintada y una barandilla que nos recuerda a los corrales de comedia del Siglo de Oro español.
Tampoco podemos dejar pasar la oportunidad de contemplar los fabulosos suelos hidráulicos que conserva tanto el salón de actos como el resto del edificio. Nada más que en este espacio nos encontramos hasta tres tipos de suelos diferentes.
Una auténtica joya que presenta en la actualidad diferentes patologías, como las humedades de techos y paredes, que deberán ser solucionadas con las obras que pretende llevar a cabo el Ayuntamiento. Entre las actuaciones que se llevarán a cabo está previsto recuperar las butacas fijas, devolviéndole una imagen más cercana al original. Quizás también sería interesante investigar qué tipo de paramentos tuvo en su día el teatro pues no sería extraño que zócalos y paredes mostraran algún tipo de recubrimiento (maderas o telas) que también podrían recuperarse en esta intervención.
DIA 9 DE MARZO
La Amargura conservará la mascarilla de Antonio Susillo
Enriqueta Vila se la entregará el día 18 a la hermandad. La pieza de yeso con el rostro del escultor la realizó su discípulo Viriato Rull.
La mascarilla del rostro de Antonio Susillo que será donada a la Hermandad de la Amargura.
La Hermandad de la Amargura será la depositaria de la mascarilla funeraria de Antonio Susillo. Enriqueta Vila, directora de la Academia Sevillana de Buenas Letras y hermana antigua de la cofradía de San Juan de la Palma, entregará el próximo día 18 la pieza realizada en yeso con el rostro del gran escultor sevillano de finales del siglo XIX, actualmente de su propiedad, y que han custodiado diferentes artistas desde el fallecimiento de Susillo.
La única producción de Susillo para la Semana Santa fueron las manos de la Virgen de la Amargura, realizadas en 1893 tras el traumático incendio del paso de palio en la Plaza de San Francisco. Enriqueta Vila considera que lo mejor es que la mascarilla la conserve la hermandad: "Yo la tengo desde hace casi dos años, cuando José María de Mena y su mujer decidieron que yo la tuviera. He decido entregársela a la hermandad. Es el mejor lugar en el que puede estar. Las manos de la Amargura son la única obra de Susillo que sale en la Semana Santa. Además, él era vecino del barrio".
Fue su discípulo Viriato Rull quien realizó la mascarilla de yeso cuando Susillo se quitó la vida de un disparo el 22 de diciembre de 1896 con tan sólo 39 años de edad. Rull fue el primer conservador de esta mascarilla que ha llegado hasta nuestro días a través de importantes personalidades de la cultura sevillana. Antonio Castillo Lastrucci fue la siguiente persona que custodió la mascarilla funeraria de quien también fue su maestro. Castillo se la legó a otro escultor, Antonio Illanes. Así llegó la pieza hasta José María de Mena quien decidió dársela a Enriqueta Vila: "Yo entiendo que lo mejor es dejarla en un lugar fijo. La Amargura es mi cofradía y además las manos de la Virgen son de Susillo. Ya decidirá la hermandad dónde se guarda".
El parecer de Enriqueta Vila es que la mascarilla de Susillo debe conservarse en una urna. De hecho, ella va a redactar un texto para que se coloque debajo. En el interior de la mascarilla también se conserva un pergamino en el que se relata cómo ha sido la transmisión de la pieza con el rostro de Susillo desde que fue tomada, aplicando una técnica escultórica, por Viriato Rull.
Antonio Susillo está considerado uno de los escultores españoles más relevantes del siglo XIX. Su obra está marcada por la influencia modernista y se caracteriza por el carácter realista y descriptivo. A pesar de ser el mejor escultor de su tiempo no trabajó para las cofradías, como relata Andrés Luque Teruel, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla: "No sabemos porqué llega a hacer las manos de la Amargura. El incendio del paso fue traumático y él era el mejor escultor del momento, y casi el único importante, por lo que no es de extrañar que la hermandad fuera a buscarlo. Parece que fue él quien también restauró a la Virgen del resto de los daños ocasionados por el fuego".
La influencia de Antonio Susillo en los grandes imagineros de principios del XX es evidente: "Tiene una influencia directísima en Castillo Lastrucci. No se sabe con seguridad si fue discípulo suyo. Se ha puesto en duda por la edad, aunque luego se ha descubierto que Castillo mentía en cuanto a sus años y sí podría haber estado con él". Otros escultores de primera línea, como el propio Viriato Rull, Joaquín Bilbao o Lorenzo Coullaut Valera, también se miraron en el espejo del gran maestro, autor del Cristo de las Mieles del cementerio de San Fernando y de muchas otras esculturas diseminadas por la ciudad, como la galería de sevillanos ilustres del Palacio de San Telmo.RERO DE 2014
La única producción de Susillo para la Semana Santa fueron las manos de la Virgen de la Amargura, realizadas en 1893 tras el traumático incendio del paso de palio en la Plaza de San Francisco. Enriqueta Vila considera que lo mejor es que la mascarilla la conserve la hermandad: "Yo la tengo desde hace casi dos años, cuando José María de Mena y su mujer decidieron que yo la tuviera. He decido entregársela a la hermandad. Es el mejor lugar en el que puede estar. Las manos de la Amargura son la única obra de Susillo que sale en la Semana Santa. Además, él era vecino del barrio".
Fue su discípulo Viriato Rull quien realizó la mascarilla de yeso cuando Susillo se quitó la vida de un disparo el 22 de diciembre de 1896 con tan sólo 39 años de edad. Rull fue el primer conservador de esta mascarilla que ha llegado hasta nuestro días a través de importantes personalidades de la cultura sevillana. Antonio Castillo Lastrucci fue la siguiente persona que custodió la mascarilla funeraria de quien también fue su maestro. Castillo se la legó a otro escultor, Antonio Illanes. Así llegó la pieza hasta José María de Mena quien decidió dársela a Enriqueta Vila: "Yo entiendo que lo mejor es dejarla en un lugar fijo. La Amargura es mi cofradía y además las manos de la Virgen son de Susillo. Ya decidirá la hermandad dónde se guarda".
El parecer de Enriqueta Vila es que la mascarilla de Susillo debe conservarse en una urna. De hecho, ella va a redactar un texto para que se coloque debajo. En el interior de la mascarilla también se conserva un pergamino en el que se relata cómo ha sido la transmisión de la pieza con el rostro de Susillo desde que fue tomada, aplicando una técnica escultórica, por Viriato Rull.
Antonio Susillo está considerado uno de los escultores españoles más relevantes del siglo XIX. Su obra está marcada por la influencia modernista y se caracteriza por el carácter realista y descriptivo. A pesar de ser el mejor escultor de su tiempo no trabajó para las cofradías, como relata Andrés Luque Teruel, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla: "No sabemos porqué llega a hacer las manos de la Amargura. El incendio del paso fue traumático y él era el mejor escultor del momento, y casi el único importante, por lo que no es de extrañar que la hermandad fuera a buscarlo. Parece que fue él quien también restauró a la Virgen del resto de los daños ocasionados por el fuego".
La influencia de Antonio Susillo en los grandes imagineros de principios del XX es evidente: "Tiene una influencia directísima en Castillo Lastrucci. No se sabe con seguridad si fue discípulo suyo. Se ha puesto en duda por la edad, aunque luego se ha descubierto que Castillo mentía en cuanto a sus años y sí podría haber estado con él". Otros escultores de primera línea, como el propio Viriato Rull, Joaquín Bilbao o Lorenzo Coullaut Valera, también se miraron en el espejo del gran maestro, autor del Cristo de las Mieles del cementerio de San Fernando y de muchas otras esculturas diseminadas por la ciudad, como la galería de sevillanos ilustres del Palacio de San Telmo.RERO DE 2014
La Giralda sufrió varios «fraudes» en su construcción según los documentos históricos
Los tribunales están actualmente atestados de casos de corrupción que afectan a las obras públicas. Los sobrecostes injustificados y las facturas falsas en la adjudicación de los materiales son casi el pan nuestro de cada día, por desgracia, cuando abrimos los periódicos. Sin embargo, la corrupción en Sevilla no es algo que se pueda resumir a estos dos últimos años. Nació como mínimo hace casi nueve siglos. El primer caso documentado es la construcción de La Giralda, el emblema monumental de la ciudad.
No es una leyenda. Ocurrió de verdad. Los documentos oficiales demuestran que en las obras del alminar de la aljama de Sevilla realizadas en el siglo XII también hubo un escándalo por desvío presupuestario. Lo certifica la crónica del cortesano almohade Ibn Sahib al-Sala, custodiada con celo en los Archivos Históricos del Palacio Arzobispal de Sevilla. Este autor natural de Beja (Portugal), pero afincado en Sevilla como cronista califal, recoge la polémica con todo detalle, incluyendo cifras, fechas y nombres. Según sus escritos, el califa almohade Abu Yaqub mandó construir la segunda mezquita mayor de Sevilla el 27 de abril de 1172.
En julio de 1184 este mandatario murió durante el asedio a Santarem, en Portugal, por lo que el poder quedó en manos de su hijo, Abu Yusuf Yaqub, que fue quien impulsó la construcción del alminar de la citada mezquita en septiembre de 1184. El «primer alarife» —director de las obras— fue Ahmd Ben Baso y «se encargó del registro de los gastos de la obra el almojarife Muhanmmad Ibn Said». El cronista aporta ahí el nombre del primer «corrupto». Y da un dato clave: las obras se paralizaron entre el 2 de marzo de 1188 y el 18 de febrero de 1189 «al ser destituido» Ibn Said. Durante la construcción se había perdido dinero y el califa lo desterró por traidor. La torre quedó detenida «hasta que llegó Abù Bakr Ibn Zuhr de la corte del Amir al-Mu/minin y le mandó reanudar la construcción del alminar y reedificar lo que se había arruinado en la mezquita».
El desvío de dinero que provocó esta primera destitución no pudo ni cuantificarse. El segundo, en cambio, sí. Ocurrió unos años después, en 1195, cuando tras vencer en la batalla de Alarcos, última victoria de los musulmanes en España, el califa almohade encargó la ejecución de cuatro manzanas de bronce dorado y de diámetro decreciente que se colocarían como culmen del alminar.
Tanto esplendor ocultaba otro «mangazo». Aquellas manzanas, de «tan desmesurada grandeza que no se conoce su peso», fueron ensartadas en una barra de 40 arrobas de hierro tras subirlas hasta arriba «arrancando algo de mármol de la parte inferior». El responsable de esta labor fue «el maestro Abu-i-Layz, el siciliano». Un converso al islam cuya «imprevisión» para subir las grandes esferas hasta la cima y para dorarlas provocó un «sobrecoste» de «100.000 dinares de oro». Una ruina por la que también fue desterrado. Según los dictámenes jurídicos -fatuas- de la época, tanto Ibn Said como Abu Layz tuvieron que someterse al imperio de la ley islámica y han pasado a la historia como fundadores de la corrupción en Sevilla.
DÍA 1 DE DICIEMBRE DE 2013
Sevilla / primer Rey católico de Sevilla
La Puerta de Córdoba, lugar del martirio de San Hermenegildo
La torre-puerta guarda un oratorio con artesonado mudéjar y el acceso al que pudo ser el calabozo en el que el visigodo Leovigildo encarceló a su hijo por no renunciar a su fe
El hallazgo de la inscripción de 1871 en el Registro Único de la Propiedad de Sevilla que reconoce como propietaria de pleno dominio de la Puerta-Torre de Córdoba a la más de siete y media veces centenaria Hermandad de San Hermenegildo nos trae esta primera apertura simbólica de las jambas de este enclave de la defensa y entrada de la vieja ciudad, único medieval que sobrevive en Sevilla, profunda e indesgajablemente unida al que fue el primer rey católico de esta tierra y a la corporación que guarda y mantiene su memoria.
Con este pleno derecho, que tenía moralmente, la Hermandad ha mostrado a ABC de Sevilla esos tesoros que demuestran que hay quienes aún tiene fuerzas y ganas de recuperar tradiciones y hacer resurgir secretos olvidados, a la vez que vuelve emprender la tarea de revivir y difundir la figura del que fue el primer rey católico de Sevilla, santo, mártir, copatrón de una tierra que lo veneró y lo dejó luego sólo en denominaciones de edificios, vidrieras, esculturas... en las que vecinos, turistas y viandantes no profundizan ya.
Deja hoy la Hermandad primero expeditas metafóricamente estas viejas jambas de torre acodada para nosotros, en espera del acariciado proyecto de que puedan ser franqueadas por sevillanos y turistas en visitas concertadas, para conocer los apasionantes recuerdos que guarda y conserva la Hermandad, ligada desde su fundación en 1248 y en la Reconquista de San Fernando, al visigodo católico San Hermenegildo, a su sacrificio, y al lugar en el que fue encarcelado y muy posiblemente ejecutado por orden de su propio padre por defender la fe a la que se había convertido.
Hermenegildo, Recaredo...
Es imprescindible adentrarse en la Puerta de Córdoba acompañados de la biografía de San Hermenegildo, nacido en el año 564 en Sevilla, según algunos historiadores. Estamos en la España visigótica regida por el acérrimo arriano Leovigildo, casado con la católica Teodosia, hermana de San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, con la que tuvo dos hijos: Hermenegildo y Recaredo antes de enviudar y volver a contraer matrimonio con Gosvinda, arriana también, que según el Papa San Gregorio, fue la causante de una de las persecuciones más virulentas contra los católicos.
El matrimonio de Hermenegildo con la princesa católica Ingunda, su envío a Sevilla como corregente de la Bética y la catequética influencia de su tío San Leandro fueron vitales para que adjurase del arrianismo y recibiera el bautismo católico, consiguiendo, a la vez, el apoyo de los hispanorromanos católicos de Sevilla. Hecho que desencadenço la ira de su padre, que intentó que Hermenegildo apostatase de su nueva fe y asedió la ciudad durante dos años hasta que apresó a su hijo, que encarceló en el espacio que hoy es la torre de la Puerta de Córdoba de las primeras murallas romanas.
Hoy, en este torreón superviviente, el pequeño oratorio de dos metros de largo por uno de ancho y dos de alto, con magnífico artesonado mudéjar que conserva sus colores rojos, azules y oro... recuerda la devoción que se le tuvo a San Hermenegildo en Sevilla. Esta joya de capillita se hizo sobre el calabozo del centro de la torre, «en cuya estrecha concavidad igualmente se admira y se conserva la espantosa cárcel y rigurosa prisión de nuestro Santo Rey», recogen las Reglas y estatutos de la Hermandad, presentadas el 24 de marzo de 1687 al Rey Carlos IV, para actualizar las anteriores.
En su «Sevilla monumental y artística» (1892), José Gestoso habla del pequeño hueco «abierto en la muralla», que «apenas da espacio a una persona acurrucada para moverse». Y el historiador Pablo Espinosa de los Monteros en su «Historias, antigüedades y grandezas de la muy leal...» (1627), describe un callejón muy angosto y profundo y obscuro, de cinco pies de largo y menos de ancho, que fue la prisión del santo.
En ese ínfimo reducto, que queda ahora para la investigación de expertos e investigadores, bien pudo recibir el martirio San Hermenegildo tras negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano el 13 de abril del año 585. Ahí pudo elevar la cruz con la que aparece en su iconografía mientras sufría el «golpe con la hacheta o segur que descargó sobre su sagrada cabeza el malvado capitán Sigisverto».
Tarragona disputa a Sevilla ser el lugar del martirio del Rey —que también (y por abundar en la reivindicación sevillana aportamosl) el historiador y canónigo Ambrosio de Morales sitúa en nuestra ciudad—, cuyas reliquias, como la cabeza y pequeños restos, estuvieron expuestas a la veneración de los sevillanos hasta la invasión musulmana en el 711. Hoy están, salvo un pequeño hueso que conserva la Hermandad, en el Monasterio del Escorial, donde fueron trasladadas al cumplirse los mil años de su martirio por el Rey Felipe II, quien, gran devoto de nuestro santo, pidió al Papa Sixto V la canonización de Hermenegildo, a quien consideraba artífice de la conversión católica nacional. Leovigildo se convertiría al catolicismo al final de sus días y con Recaredo el país abrazaría la fe.
Por todo ello, el hermano mayor, Manuel García Querencio, tiene una hipótesis y lanza algunas preguntas: «¿si en España se hubiera implantado definitivamente el arrianismo qué hubiera pasado con la dominación musulmana? ¿quién hubiese realizado la Reconquista?» No es el único empeño de esta Hermandad, que ha supervivido gracias a su unión a la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, con nueva junta de gobierno desde hace seis meses y trabajo de más de dos años, que ha pasado en este tiempo de cuatro a casi ochenta hermanos, pues quiere que, por derecho de copatrón salga en la procesión del Corpus Christi, como ya lo hiciera en el siglo XVI y en varios años del XIX.
La Puerta de Córdoba, lugar del martirio de San Hermenegildo
La torre-puerta guarda un oratorio con artesonado mudéjar y el acceso al que pudo ser el calabozo en el que el visigodo Leovigildo encarceló a su hijo por no renunciar a su fe
El hallazgo de la inscripción de 1871 en el Registro Único de la Propiedad de Sevilla que reconoce como propietaria de pleno dominio de la Puerta-Torre de Córdoba a la más de siete y media veces centenaria Hermandad de San Hermenegildo nos trae esta primera apertura simbólica de las jambas de este enclave de la defensa y entrada de la vieja ciudad, único medieval que sobrevive en Sevilla, profunda e indesgajablemente unida al que fue el primer rey católico de esta tierra y a la corporación que guarda y mantiene su memoria.
Con este pleno derecho, que tenía moralmente, la Hermandad ha mostrado a ABC de Sevilla esos tesoros que demuestran que hay quienes aún tiene fuerzas y ganas de recuperar tradiciones y hacer resurgir secretos olvidados, a la vez que vuelve emprender la tarea de revivir y difundir la figura del que fue el primer rey católico de Sevilla, santo, mártir, copatrón de una tierra que lo veneró y lo dejó luego sólo en denominaciones de edificios, vidrieras, esculturas... en las que vecinos, turistas y viandantes no profundizan ya.
Deja hoy la Hermandad primero expeditas metafóricamente estas viejas jambas de torre acodada para nosotros, en espera del acariciado proyecto de que puedan ser franqueadas por sevillanos y turistas en visitas concertadas, para conocer los apasionantes recuerdos que guarda y conserva la Hermandad, ligada desde su fundación en 1248 y en la Reconquista de San Fernando, al visigodo católico San Hermenegildo, a su sacrificio, y al lugar en el que fue encarcelado y muy posiblemente ejecutado por orden de su propio padre por defender la fe a la que se había convertido.
Hermenegildo, Recaredo...
Es imprescindible adentrarse en la Puerta de Córdoba acompañados de la biografía de San Hermenegildo, nacido en el año 564 en Sevilla, según algunos historiadores. Estamos en la España visigótica regida por el acérrimo arriano Leovigildo, casado con la católica Teodosia, hermana de San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, con la que tuvo dos hijos: Hermenegildo y Recaredo antes de enviudar y volver a contraer matrimonio con Gosvinda, arriana también, que según el Papa San Gregorio, fue la causante de una de las persecuciones más virulentas contra los católicos.
El matrimonio de Hermenegildo con la princesa católica Ingunda, su envío a Sevilla como corregente de la Bética y la catequética influencia de su tío San Leandro fueron vitales para que adjurase del arrianismo y recibiera el bautismo católico, consiguiendo, a la vez, el apoyo de los hispanorromanos católicos de Sevilla. Hecho que desencadenço la ira de su padre, que intentó que Hermenegildo apostatase de su nueva fe y asedió la ciudad durante dos años hasta que apresó a su hijo, que encarceló en el espacio que hoy es la torre de la Puerta de Córdoba de las primeras murallas romanas.
Hoy, en este torreón superviviente, el pequeño oratorio de dos metros de largo por uno de ancho y dos de alto, con magnífico artesonado mudéjar que conserva sus colores rojos, azules y oro... recuerda la devoción que se le tuvo a San Hermenegildo en Sevilla. Esta joya de capillita se hizo sobre el calabozo del centro de la torre, «en cuya estrecha concavidad igualmente se admira y se conserva la espantosa cárcel y rigurosa prisión de nuestro Santo Rey», recogen las Reglas y estatutos de la Hermandad, presentadas el 24 de marzo de 1687 al Rey Carlos IV, para actualizar las anteriores.
En su «Sevilla monumental y artística» (1892), José Gestoso habla del pequeño hueco «abierto en la muralla», que «apenas da espacio a una persona acurrucada para moverse». Y el historiador Pablo Espinosa de los Monteros en su «Historias, antigüedades y grandezas de la muy leal...» (1627), describe un callejón muy angosto y profundo y obscuro, de cinco pies de largo y menos de ancho, que fue la prisión del santo.
En ese ínfimo reducto, que queda ahora para la investigación de expertos e investigadores, bien pudo recibir el martirio San Hermenegildo tras negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano el 13 de abril del año 585. Ahí pudo elevar la cruz con la que aparece en su iconografía mientras sufría el «golpe con la hacheta o segur que descargó sobre su sagrada cabeza el malvado capitán Sigisverto».
Tarragona disputa a Sevilla ser el lugar del martirio del Rey —que también (y por abundar en la reivindicación sevillana aportamosl) el historiador y canónigo Ambrosio de Morales sitúa en nuestra ciudad—, cuyas reliquias, como la cabeza y pequeños restos, estuvieron expuestas a la veneración de los sevillanos hasta la invasión musulmana en el 711. Hoy están, salvo un pequeño hueso que conserva la Hermandad, en el Monasterio del Escorial, donde fueron trasladadas al cumplirse los mil años de su martirio por el Rey Felipe II, quien, gran devoto de nuestro santo, pidió al Papa Sixto V la canonización de Hermenegildo, a quien consideraba artífice de la conversión católica nacional. Leovigildo se convertiría al catolicismo al final de sus días y con Recaredo el país abrazaría la fe.
Por todo ello, el hermano mayor, Manuel García Querencio, tiene una hipótesis y lanza algunas preguntas: «¿si en España se hubiera implantado definitivamente el arrianismo qué hubiera pasado con la dominación musulmana? ¿quién hubiese realizado la Reconquista?» No es el único empeño de esta Hermandad, que ha supervivido gracias a su unión a la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, con nueva junta de gobierno desde hace seis meses y trabajo de más de dos años, que ha pasado en este tiempo de cuatro a casi ochenta hermanos, pues quiere que, por derecho de copatrón salga en la procesión del Corpus Christi, como ya lo hiciera en el siglo XVI y en varios años del XIX.
La Exposición de Tauramquia trata de dos célebres toreros sevillanos enfrentados por sus respectivas aficciones. Unos con Joselito el Gallo y otros con Juan Belmonte.
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